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Por alguna razón no se dijo nada de Felipe Pineda

Mié 26 abril | 18:00


Espacio Vilches de la Escuela de Arte UC presenta la exposición "Por alguna razón no se dijo nada" de Felipe Pineda.

El próximo miércoles 26 de abril a las 18:00 horas en Espacio Vilches se inaugurará la exposición “Por alguna razón no se dijo nada" del artista Felipe Pineda, egresado de la Escuela de Arte UC. La muestra corresponde al ciclo 2022-2023. 

Por alguna razón no se dijo nada es un conjunto de tres obras que a través de objetos, luces y sonidos, presentan los vestigios de conversaciones infructuosas, de intentos de comunicación ahogados, y de secretos atesorados en algún lugar, que frente a un otro, intentan asomarse a la luz. 

 


Texto curatorial:

Vibraciones desde el intersticio

 

No hay sujeto sin secreto, así como no hay sujeto que no esté ligado a unos hechos. Pero éstos no son sino esquirlas de la gran explosión, que no cesa de detonar, a la que llamamos historia.
Pablo Oyarzún

 

La obra de Felipe Pineda habita los intersticios. Los fragmentos, captaciones y ondas que se abren en el espacio que queda entre cada umbral de acción, solidez y concreción física, mundana. En sus objetos, sonidos, palabras y estímulos, las tres obras aquí expuestas disponen distintas rutas, que se propalan de manera paralela, entre palpitaciones y resplandores que convergen y se revelan en los cuerpos de quienes recorren y se dejan atravesar por los ángulos de esta exhibición del autor, titulada “Por alguna razón no se dijo nada” y compuesta por tres trabajos elaborados en los últimos años, que hoy confluyen en Espacio Vilches: Escuchar lo que no se ve, Desentrañar de a poco y Confesión.

En Escuchar lo que no se ve, nos enfrentamos a la compactación material de minerales vueltos roca. La dureza y frialdad de este objeto que sobresale del muro nos presenta una salida de audio, que podemos escuchar con los audífonos allí dispuestos. Cada quien sabrá exactamente –o se quedará meditando sobre ello– qué es lo que infiere, evoca y descifra en esta sucesión de sonidos emitidos por ambos auriculares, junto a la luz que se proyecta en consonancia: latidos, descenso, inmersión, zambullido, burbujeos, aislamiento, son algunas de las impresiones que asoman desde el interior de este trozo matérico.

La roca, de aparente inercia, se remonta a procesos geológicos, físicos y residuales remotos, derivados de un pasado indeterminado a los ojos, pero que hoy y pese a ello, alberga lo que Pineda nos revela como sonidos interiores de un cuerpo, de tal manera que esta escucha y expectación puede ser análoga a la intimidad de un arrimo sobre la tibieza y suavidad de la piel de un vientre o a los latidos del corazón percibidos a través del pecho. Al alejar nuestros oídos, el sonido deja de ser audible y ya no escuchamos lo que no se ve, ni en la piel, ni en la roca.

En Desentrañar de a poco percibimos un sonido que se esconde bajo una mesa suspendida desde el techo de la sala. Al acercarnos, recordamos las primeras versiones y experiencias de sobremesa: escondidos bajo la estructura de madera, observando piernas y zapatos adultos, escuchando atentos sus conversaciones, suspendidos en palabras e historias sin contextos ni significados profundos en aquel escondite subterráneo. Aquí, esta obra del autor se aproxima con indicios sonoros, con ruidos e inscripciones que se sienten familiares, pero que se alejan bajo un halo espectral, tal como alguna vez lo hicieron esas sobremesas de la infancia.

Raspaduras de tenedores sobre la superficie, impactos de vasos y líquidos que se vierten, sonidos de platos y cuchillos. También, conversaciones reveladoras sobre secretos, que sin embargo, no llegamos a captar de manera precisa. Así, poco a poco, Pineda nos infiltra en el intervalo que separa los umbrales de revelar y enterarse de un secreto, en los vestigios que ondulan entre aquel espacio vacante y en la suspensión temporal de infancia, cuando nos metíamos bajo la mesa.

En Confesión, vemos un cartel lumínico led rojo frente a un banquillo vacío. Allí, iluminados por el correr de la digitación, leyendo las frases que siempre vienen a la mente y punzan desde dentro, previas a cada confidencia –en la dubitación, inquietud y titubeo de esos momentos preliminares– aquella sensación universal se desliza en palabras escritas ante nuestros ojos, nos sitúa y hace padecer el albor de aquel filo y con su tonalidad iluminada, enciende la oscuridad de la atmósfera que habita la sala y resplandece sobre los rostros de quienes miran en silencio.

Antes de confesar y revelar cualquier contenido, pese a tener que necesariamente hacerlo ante un otro, se habita un estado solitario y hermético. Los enunciados anticipatorios que aparecen en esta obra de Pineda chocan con las paredes internas de quien padece lo que está a punto de enunciar, hasta llegar al límite de la boca y combatir una real salida. Con ello, en este trabajo evocamos nuestra propia ruta de confesiones accidentadas y volvemos a rememorar la delgadez del manto que nos separa entre uno y otro umbral de revelación.  

 * * *

Tantear el sonido orgánico desde una estructura inerte, asistir al murmullo de un secreto camuflado a través de sonidos, raspaduras e impactos sobre la superficie horizontal que nos cubre y emplazarnos frente al momento previo y silencioso de una confesión, que aquí aparece enunciada en palabras que corren ante los ojos. Todos estos momentos de encuentros y desencuentros en la transmisión de un mensaje, de idas y vueltas en la revelación de una información y de flameos y oscilaciones en la escucha y vaticinio de un cuerpo que reverbera, son partes del intersticio sensible que Felipe Pineda logra condensar en esta exhibición, donde cada una de estas nociones impacta y moviliza distintos estratos en quienes miran, sin salir del lapso intermedio propagado por estas tres obras.

“Guardando algo en secreto lo protejo de la mirada, el deseo y la intromisión ajena, lo aparto de la esfera de conocimiento y de acción de los otros” nos dice Pablo Oyarzún, para luego agregar que si algo reclama ser guardado en secreto “es porque yo mismo, en mi singularidad irreductible, estoy con ello en juego, es porque allí despunta mi deseo; al guardar algo en secreto, me guardo (me protejo, me deseo) a mí mismo, me aparto yo mismo”. Así, en suma, no hay sujeto sin secreto y es precisamente aquel estado de intimidad el que estas tres obras reunidas en “Por alguna razón no se dijo nada” nos devuelve.

Vania Montgomery

 


Biografía:

Felipe Pineda , Viña del Mar, 1995. Artista Visual y Gestor Cultural. Ha desarrollado su investigación en torno a la construcción y efectos de las relaciones interpersonales y la comunicación, esencialmente a través de la instalación, el arte relacional y multimedia. Su obra se ha presentado en distintos espacios nacionales tales como el Museo de Arte Contemporáneo, Galería Balmaceda Arte Jóven, Parque Cultural de Valparaíso, entre otros.

 


Por alguna razón no se dijo nada
Felipe Pineda
26 de abril al 24 de mayo 2023 de 9:30 a 17:00 horas.
Espacio Vilches / Campus Oriente UC

Más info:
https://espaciovilches.uc.cl/
@espaciovilches

 


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Detalles

Comienza:
26 abril @ 18:00
Finaliza:
24 mayo @ 17:00
Categoría del Evento:
Etiquetas del Evento:
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Web:
https://espaciovilches.uc.cl

Local

Espacio Vilches

Organizador

Espacio Vilches
Web:
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